El amor en la familia es la fuerza que la
mantiene unida y la fortalece para que tanto las relaciones de pareja como las
relaciones entre padres e hijos puedan crecer y desarrollarse plenamente. La
palabra amor encierra el afecto, la necesidad de estar cerca del otro y la
aceptación incondicional del que se ama.

APRENDER A
AMAR
La
capacidad de amar es resultado del desarrollo afectivo del ser humano durante
los primeros años de su vida. El desarrollo afectivo es un proceso continuo y
secuencial, desde la infancia hasta la edad adulta.
Amar
es buscar el bien integral del otro. El que ama y sólo el que ama, conoce bien
a la persona amada, porque la conoce no sólo como aparece sino como es por
dentro, y más aún conoce "su posible", aquello que puede y
"debe" llegar a ser. Como dice Paul Valéry "lo que es más
verdadero de un individuo, lo más de él mismo, es su posible, lo que puede
llegar a ser".
El amor
en la familia tiene dos cometidos fundamentales:

2.
Ayudar a cada uno de sus miembros, especialmente a los hijos, a que desarrollen
todas sus potencialidades, que lleguen lo más cerca posible, a lo que deben
llegar a ser, que alcancen la vocación a la que han sido llamados por su
Creador.
“El amor es paciente y muestra
comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con
bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo
malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a
pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.”
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